La micropigmentación, es una especialidad enmarcada en el campo de la estética cuyo fin es el de embellecer, corregir o mejorar determinados rasgos de la anatomía corporal, tanto masculina como femenina.
El tratamiento consiste en la implantación de pigmentos a nivel epidérmico o superficial para dotar de color y forma a diversas partes del cuerpo, siendo las más habituales en el caso de las mujeres: ojos, labios, cejas y pecho.[1] En los últimos años, cada vez se recurre más a la micropigmentación como tratamiento correctivo para disimular imperfecciones como cicatrices, o bien, para camuflar enfermedades que provocan la pérdida de pigmentación en la piel, como puede suceder en el caso del vitíligo o despigmentación de la piel. Se considera una técnica de maquillaje permanente.
Tratamiento de micropigmentación de ojos.
Tiene cierto sentido asociar la micropigmentación al concepto del tatuaje, puesto que son procesos que guardan numerosas similitudes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que a diferencia del tatuaje, la duración de la micropigmentación es variable, en función de factores como la piel de la paciente, materiales empleados, cuidados anteriores y posteriores, etc. Por tanto, la duración estimada del tratamiento está comprendida entre 1 y 3 años, aunque los efectos son inmediatos una vez realizado el tratamiento.
El primer paso de un trabajo de micropigmentación consiste en la llamada prueba de la alergia, en donde se evalúa si la paciente será apta para que se le realice un tratamiento de micropigmentación.
Con objeto de adaptar el diseño al máximo posible a los rasgos corporales y fisionómicos de la paciente, es fundamental realizar una prueba de visagismo o diseño previo. En esta etapa, la técnico realiza un esbozo sobre el resultado final del trabajo (en plantillas, máscaras, cabezas de maniquí, o en la propia paciente). Esto permite que la paciente tenga unas expectativas reales sobre los efectos de la micropigmentación en su caso particular. Lo ideal en la fase de diseño, es que exista el mayor «feedback» posible entre el profesional y la paciente, con un diálogo fluido en el que se intercambien opiniones que permitan personalizar el tratamiento de micropigmentación al máximo.
Una vez acordado el diseño con la paciente, se procede a la realización del tratamiento de micropigmentación. Durante el mismo, la paciente puede notar sensaciones incómodas, especialmente si el trabajo es realizado en zonas sensibles, como por ejemplo, los ojos.
Por último, después de haber transcurrido unas semanas tras el tratamiento, se debe emplazar a la paciente a una sesión de revisión o reconocimiento, en donde se pueda evaluar si es necesario realizar un retoque sobre el trabajo inicial (lo cuál sucede en cerca del 90% de los tratamientos), y en caso afirmativo, se realizará dicho retoque con el mayor nivel de detalle posible.
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